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En peligro los hábitats naturales

En peligro los hábitats naturales
NOTICIA de Javi Navarro
09.03.2013 - 11:20h    Actualizado 15.03.2023 - 11:57h

El cambio climático, la agricultura y la ganadería intensivas y la dispersión urbana ejercen cada vez más presión sobre la naturaleza y la diversidad ecológica de Europa. Pero la cantidad de presión que puede soportar el medio ambiente natural no es infinita y la pérdida de hábitats a causa de estos procesos sitúa en peligro de extinción a muchas especies. Los parques naturales son fundamentales para conservar la biodiversidad de Europa, la cual genera a su vez beneficios económicos, medioambientales, sanitarios y culturales. El cambio climático y las actividades en diversos sectores de la economía inciden sobre los hábitats europeos, lo cual incluye las zonas a las que se brinda una protección especial. En éstas últimas es necesario y urgente vigilar los cambios, adaptar estrategias de gestión y contemplar respuestas flexibles conforme a la evolución futura de su situación.

Las grullas en la región española de Cáceres están protegidas en parajes naturales.

Los terrenos de los parques naturales y las zonas adyacentes controladas, o ‘lugares de importancia comunitaria’, (LIC) de la red Natura 2000 se crearon para frenar la pérdida de biodiversidad mediante la delimitación y la conservación de un espacio que acogiera un conjunto de especies fundamentales. Además, se ha de tener en cuenta que el cambio climático afectará en gran medida a la calidad de los hábitats en los próximos decenios. Así, las agencias dedicadas a la conservación de la naturaleza deberán contar con herramientas nuevas con las que detectar los cambios producidos y responder de manera flexible al devenir de la situación.

Estudios para valorar el grado en que afecta
El proyecto Habit Change, dirigido por el Instituto Leibniz de Desarrollo Regional, Urbano y Ecológico (IOER) de Dresde (Alemania), servirá para estudiar medidas de gestión adaptativas aplicables a hábitats sitos en zonas protegidas de Europa central y oriental que podrían verse afectadas por el cambio climático. El proyecto tiene el cometido de evaluar, mejorar y adaptar las estrategias de conservación y gestión vigentes en las zonas protegidas para que puedan generar intervenciones que se adelanten a influencias del cambio climático que puedan poner en peligro la diversidad y la integridad de sus hábitats.

Los espacios protegidos por el proyecto están considerados parques nacionales, reservas de la biosfera o parques naturales y abarcan humedales, bosques, prados o zonas alpinas. La composición y los tipos de hábitats de estas reservas resultan en extremo vulnerables al cambio climático y por tanto son ideales para los propósitos del estudio. El equipo responsable de Habit Change tratará de reconocer distintas influencias ejercidas por el cambio climático y el cambio en el uso del suelo mediante sistemas de Observación de la Tierra (OT). A continuación realizará un modelo informático de estos impactos del cambio climático, un análisis de proyecciones hipotéticas y una evaluación de los riesgos implicados. Los resultados obtenidos permitirán redactar directrices y generar herramientas en forma de «Planes de Gestión Adaptados» (CAMP).

Conservar la diversidad biológica
La última fase del proyecto servirá para proporcionar información, directrices y herramientas que permitan conservar y reforzar la diversidad biológica tanto de especies como de hábitats. De este modo proporcionará recomendaciones y directrices para la gestión de los parques naturales que contarán con una herramienta de apoyo basada en web.

Los cambios en los hábitats y el clima no conocen fronteras. Son muchas las voces que destacan la necesidad de ejecutar un tipo de investigación comparativa internacional en el campo de la conservación de la naturaleza. Científicos, administraciones nacionales, autoridades al cargo de las zonas protegidas y ONG admiten que sólo una estrategia que recabe conocimientos transfronterizos permitirá superar los retos que generará el clima para la integridad de los hábitats. La cooperación transnacional relacionada con todos los aspectos de la gestión de zonas protegidas permitirá intercambiar conocimientos y experiencias relacionadas con distintos tipos de amenazas y mejorar la conservación del patrimonio natural europeo, un recurso de suma importancia.

El cambio climático y la extinción de las especies

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha colaborado en un estudio que considera a las especies de las regiones mediterráneas más vulnerables por estar expuestas a cambios climáticos más acentuados. En el sur de Europa las especies más amenazadas son los vertebrados de grandes dimensiones, las especies endémicas de las islas, las montañas y algunas regiones tropicales, así como los anfibios.

Miguel Aráujo, uno de los investigadores del estudio, declara que La Península Ibérica será una de las zonas que más sufrirá las consecuencias de las alteraciones del clima, lo que provocará modificaciones en la distribución de muchas especies o desplazamientos hacia el norte o hacia altitudes más elevadas. En algunos casos, el cambio climático podría llegar a provocar la extinción de algunas especies. Este fenómeno se debe a que la biodiversidad de las regiones mediterráneas es más vulnerable, puesto que está expuesta a cambios climáticos más marcados y las especies poseen más variedad filogenética, es decir, más cantidad de información evolutiva independiente en un conjunto de organismos.

Lince ibéricoEl estudio revela que el cambio climático produce pérdidas de diversidad en el árbol de la vida que no se diferencian de las extinciones aleatorias, puesto que ambas pueden afectar a especies de todas las ramas.

Según dicho análisis, el impacto sobre el funcionamiento de los ecosistemas sería muy elevado si las futuras extinciones afectaran a muchas especies de solo algunas ramas del árbol de la vida. Actualmente, la extinción afecta de forma desigual a los distintos grupos biológicos, por lo que aun no existiría tal situación dramática.

Desafortunadamente, el impacto sobre nuestros ecosistemas obedece también a otro tipo de alteraciones que se producen de manera impredecible, como son las de origen humano, puesto que destruyen y fragmentan los hábitats afectando de manera desigual a las distintas ramas del árbol de la vida.

En cuanto al futuro, la investigación no prevé una destrucción de las especies que pueda considerarse extinción en masa, como sucedió en las cinco anteriores que llevaron a la desaparición de más del 70 % de los organismos de la Tierra en todas las ramas del árbol de la vida.

Las ballenas se quedan sin alimento por culpa del cambio climático

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Las ballenas del Océano Austral se están quedando sin el alimento disponible en la región Antártica, aumentando así el peligro para las ya amenazadas ballenas migradoras. La cantidad de alimento va a ser menor y estará más lejos, según los resultados de un nuevo estudio de WWF/adena sobre el impacto del cambio climático.

El informe “ROMPEHIELOS: 2ºC que podrían cambiar el hábitat de las ballenas”, de WWF/adena muestra que un aumento de la temperatura media global de tan solo 2°C, con respecto a los niveles preindustriales, producirá una reducción de la banquisa en el Océano Austral en una proporción que puede oscilar entre el 10 y 15 por ciento hasta más del 30 por ciento en algunas regiones claves. Se prevé que el aumento de 2°C ocurrirá en menos de 40 años, alrededor del año 2042. WWF hizo público este informe en vísperas del inicio de la Sexagésima reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) en la ciudad de Santiago de Chile (del 23 al 27 de junio), como una llamada de atención sobre la amenaza que el cambio climático supone para las ballenas.

“El informe muestra que las ballenas antárticas, como los rorcuales aliblancos, sufrirán cambios dramáticos en su hábitat en un breve período de tiempo” declaró la Dra. Susan Lieberman, Directora del Programa de Internacional de Especies de WWF/adena y jefa de la delegación de esta ONG en la reunión de la CBI.

Las especies migradoras afectadas incluyen la ballena azul, el mayor ser vivo de la Tierra, y la ballena jorobada, que apenas comienzan a recuperarse tras la moratoria a la caza comercial. Esta caza se desarrolló durante la primera mitad del siglo XX y colocó a estas especies al borde de la extinción. Estas dos ballenas necesitan viajar entre 200 y 500 kilómetros hacia el extremo sur para encontrar las zonas ‘frontales’ (límites entre diferentes masas de agua) donde se encuentra su principal fuente alimenticia, el krill.

“Al ir desplazándose hacia el sur las zonas frontales, las ballenas deberán moverse en un área de alimentación más reducida”, destaca el informe. El krill depende del hielo marino; debido a la disminución del hielo flotante, se espera una reducción en la abundancia de los recursos de los cuales se alimentan las ballenas en las áreas de forraje menguantes.

“El impacto sobre las ballenas es un razón de peso más para que el mundo ponga en práctica acciones decididas para minimizar el riesgo de un cambio climático catastrófico”, declaró la Dra. Lieberman: “La CBI tiene la oportunidad en esta reunión en el hemisferio sur de estudiar todas las posibilidades para aumentar la resistencia de las poblaciones de ballenas frente al cambio climático. Para las ballenas que habitan en la Antártida, la mejor manera de logralo es reducir otras amenazas, tales como la injustificada caza de ballenas con supuestos fines científicos que lidera Japón”.