>
Compartir
WhatsApp

Los créditos al consumo son los menos dudosos, pero los que menos ayudas tienen

Los créditos al consumo son los menos dudosos, pero los que menos ayudas tienen
NOTICIA de Javi Navarro
20.09.2013 - 16:45h    Actualizado 20.02.2020 - 15:09h

Los consumidores seguimos ‘pagando el pato’ de la crisis con los créditos al consumo. La morosidad en España sigue en interminable escalada, y marcando récords mes a mes, puesto que la cifra total de créditos dudosos se ha situado en 178.663 millones de euros. Sin embargo, hay gran disparidad en este volumen global porque los ciudadanos y familias mantienen unas tasas de morosidad más bajas, aunque ya superiores al 5 %, mientras que determinadas actividades empresariales, especialmente lo relacionado con el sector inmobiliario, tienen una morosidad superior al 30 %.

La Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros de España (ADICAE), denuncia tras conocer los datos del Banco de España que la morosidad crediticia en España no deja de crecer, y se configura como un problema fundamental para millones de consumidores. Según las últimas cifras del Banco de España, hay 178.000 millones de euros en créditos que no se están cobrando a su debido plazo, un volumen que es diez veces superior a los apenas 17.000 millones que se contabilizaban como dudosos a comienzos del año 2008.

Los consumidores pagan pero se les priva de créditos al consumo

Pero el problema está ya en la comparación con los volúmenes de crédito dudoso que había en los años previos a la crisis, y en la estabilización del fenómeno, en su imposibilidad de corrección. No es la primera vez que hay alrededor de 180.000 millones de euros de dudosos: así estaba la cifra el verano de 2012, antes de que comenzaran las inyecciones públicas de capital. El problema ahora es que, a pesar de los rescates, de los traspasos de activos tóxicos, de los abusos a los consumidores, el crédito incobrado vuelve a niveles máximos, y vuelve a ser diez veces superior a lo que se registraba hace cinco o seis años.

2007 finalizaba con apenas 17.000 millones en créditos dudosos, cifra que a lo largo de 2008 ya se incrementó hasta más de 60.000. 2009, el primer año de la crisis, terminaba con alrededor de 90.000 millones en créditos no devueltos, mientras que 2010 daba un respiro dejando la cifra en unos 107.000 millones. A partir de 2011, sin embargo, la crisis ya se manifiesta en toda su crudeza y la morosidad crediticia en España se dispara: 140.000 millones a finales de 2011, alrededor de 170.000 millones de media durante 2012, 180.000 millones a julio de 2013, en un proceso creciente cuyo final no se adivina.

ADICAE insiste en que la resolución de los problemas que afectan al sistema financiero español no se producirá si no se arreglan los problemas que afectan a sus principales usuarios, los consumidores. Sin la redacción de normativas justas que protejan sus derechos, que limiten los abusos para que se asegure la capacidad de pago de las familias, y sin procedimientos que permitan prevenir el sobreendeudamiento y rediseñar deuda en caso de que se produzca, los bancos no podrán tener opción de corregir sus balances de manera sostenible.

Los créditos al consumo en España son un 59 % más caros que en la Eurozona

Por otra parte, y según también el Banco de España, en el primer trimestre de 2013 había 30.553 millones de euros en créditos al consumo, la cifra más baja de la década. Esto significa que los españoles continúan pagando sus deudas pero, sin embargo, los tipos de interés que deben pagar por pedir un crédito al consumo para operaciones entre 1 y 5 años, ascienden de media al 9,58 % por el 6,02 % que debe pagarse de media en la Eurozona.

Además, el crédito debería fluir de una manera responsable hacia aquellas familias que lo necesitasen, sobre todo si se tiene en cuenta que el euríbor cerró agosto en el 0,54 % y los tipos de interés del Banco Central Europeo en el 0,5 %. Todo lo contrario. Según datos oficiales del Banco de España el volumen total de créditos al consumo concedidos a las familias españolas se sitúa en 30.553 millones de euros. Desde 2007, ‘año cero’ de la llamada crisis económica, las familias se han desprendido de 26.023 millones de euros de su deuda en créditos al consumo.

Esto debería notarse, en opinión de ADICAE: “La banca, teóricamente, debería mostrar más predisposición para otorgar préstamos al consumo a las familias. Sin embargo no lo está haciendo. Y es más, los créditos concedidos por la banca española son, de media, mucho más caros que los que las entidades de crédito ofrecen en la Eurozona. Según el Banco de España, mientras en España se paga un tipo de interés medio del 9,58 % en las operaciones a plazo entre 1 y 5 años -las más comunes-, en la Eurozona el tipo de interés baja hasta el 6,02 %”.

Intereses de usura

Son intereses que se podrían considerar usura si realmente se aplicara la Ley de Represión de la Usura, una ley de 1908 y que fue revisada el 8 de enero de 2001. En su artículo 1 indica claramente que “será nulo todo contrato de préstamo en que se estipule un interés notablemente superior al normal del dinero y manifiestamente desproporcionado con las circunstancias del caso o en condiciones tales que resulte aquél leonino, habiendo motivos para estimar que ha sido aceptado por el prestatario a causa de su situación angustiosa, de su inexperiencia o de lo limitado de sus facultades mentales”.

De esta manera, siguen siendo los consumidores los grandes paganos de la crisis de liquidez y solvencia por la que sigue atravesando la banca española, que sigue necesitando engancharse al grifo del crédito que otorga el Banco Central Europeo, que destina prácticamente el 33 % de sus préstamos a las entidades financieras españolas.

No obstante los consumidores parecen haber aprendido la lección y están controlando mucho más sus deudas que en la época de las burbujas inmobiliaria y del crédito. En líneas generales es posible vivir sin créditos por lo que, si alguna vez se reabre el grifo, los consumidores deben estar preparados para pedirlos sólo cuando sea realmente necesario y con el objetivo único de poder vivir un poco mejor y cubrir las principales necesidades.

Los créditos al consumo caen un 10 % en 2012 y se han reducido a la mitad en menos de 5 años

En 2012 se ha mantenido la tendencia descendente del mercado de crédito al consumo, en un contexto de desfavorable comportamiento del gasto de las familias y restricciones crediticias. Así, para el cierre del ejercicio se estima una inversión nueva de 35.800 millones de euros, lo que supone un 10,3 % menos que en 2011 y una caída superior al 50 % respecto al máximo registrado en el año 2007. Estas son algunas conclusiones del estudio Competitors publicado recientemente por DBK, empresa especializada en la elaboración de estudios de análisis sectorial y de la competencia.

Así, la contracción del consumo privado y las dificultades de financiación de las entidades han provocado un notable retroceso del mercado de crédito al consumo en los últimos años. Además, el aumento de las tasas de morosidad ha obligado a las entidades a reforzar las herramientas de control del riesgo, endureciendo los criterios de concesión de créditos.

En este contexto, el nuevo crédito concedido disminuyó un 4,9 % en 2010 y un 8,7 % en 2011, tras las caídas superiores al 20 % anual contabilizadas en 2008 y 2009. En 2012 ha continuado la negativa evolución del mercado, estimándose para el cierre del ejercicio un retroceso de la inversión de alrededor del 10 %, hasta situarse en 35.800 millones de euros, cifra que supone un 54 % menos respecto a los 77.875 millones contabilizados en 2007.

En cuanto a la finalidad de las operaciones de financiación, destaca la pérdida de peso específico del crédito concedido para financiar la adquisición de automóviles, en paralelo al deterioro de las ventas. En 2011 representó el 20,4 % de la inversión nueva total, correspondiendo el resto a financiación de otros bienes de consumo y servicios.

Distribución por tipo de entidad
La contracción del crédito en los últimos años ha sido especialmente significativa en el segmento de entidades de depósito, en el cual la inversión nueva se redujo en 2011 hasta los 16.500 millones de euros, lo que supuso un 16 % menos que en 2010.

El proceso de reestructuración bancaria y la necesidad de extremar el control de riesgos y la morosidad para sanear balances, han dificultado especialmente el desarrollo de la actividad crediticia en este grupo de entidades.

Por su parte, el crédito concedido por los establecimientos financieros de crédito y los bancos especializados en financiación se situó en 23.430 millones de euros en 2011, un 3 % por debajo de la cifra registrada en 2010. Estas entidades continúan ampliando su cuota de mercado, hasta alcanzar el 59 % del crédito nuevo total en 2011, seis puntos porcentuales más que tres años antes.

El grado de concentración de la oferta se ha acentuado, en paralelo al avance en la reestructuración del sector bancario. En 2011 las cinco primeras entidades reunieron de forma conjunta el 42 % de la inversión nueva total, mientras que las diez primeras concentraron cerca del 60 %.

Desde el comienzo de la crisis, los créditos al consumo se han reducido a una cuarta parte

Entre 1998 y mediados de 2008 el volumen de crédito al consumo se multiplicó casi por dos es ese periodo. El volumen total de esta modalidad de financiación, con relación al PIB, ascendió desde un 5,8 %, a finales de los años noventa, hasta un 9,8 % en 2007; y desde un 8,3 % de la Renta Bruta Disponible de los hogares hasta un 15,4 % en el mismo período. Durante la etapa más aguda de la crisis, desde julio de 2008 hasta mediados de 2009, el crédito nuevo al consumo se contrajo una cuarta parte.

La reducción del volumen de negocio no solo fue resultado de la caída de la demanda sino también de las dificultades de financiación por parte de las entidades de crédito, especialmente en el caso de los establecimientos financieros de crédito (EFC) no vinculados a ningún banco o caja de ahorros. Factores tanto de oferta como de demanda confluyeron para sumir al sector en una profunda crisis.

El Instituto de Estudios Económicos y ASNEF (Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito) han presentado el número 4 de 2010 de la Revista del IEE, titulada ‘El futuro del negocio del crédito al consumo’. Al acto han acudido José Luis Feito y José María García Alonso, presidentes del Instituto de Estudios Económicos y de ASNEF, respectivamente; Gregorio Izquierdo, Director del Servicio de Estudios del IEE; y Antonio Giraldo, uno de los autores de la Revista.

En 2009, los EFC presentaron pérdidas por primera vez en su historia, reduciéndose la inversión crediticia en un 30 % respecto al año anterior, lo que supuso una caída notable de los ingresos financieros. Al mismo tiempo, las dotaciones para insolvencias tuvieron que incrementarse a raíz del fuerte ascenso en las cifras de morosidad, con lo que el resultado final resultó en pérdidas.

La crisis ha evolucionado desde sus momentos iniciales dando lugar a cambios normativos de calado, procedentes de la transposición a la normativa española de la Directiva Comunitaria del Crédito al Consumo, de 23 de abril de 2008, que se recoge en el Proyecto de Ley de Contratos de Crédito al Consumo. La norma busca la explicación individualizada al consumidor para que éste pueda evaluar si el crédito se ajusta a sus necesidades y a su situación financiera, así como las consecuencias en caso de impago. Esta norma supone una exigencia de mayor transparencia, que obliga tanto al financiador como al vendedor que actúa entre éste y el consumidor final.

Otro elemento de este nuevo escenario es el incremento de la prima de riesgo-país que resulta del estallido de la crisis de la deuda soberana a comienzos de 2010, por lo que la Unión Europea y el FMI crearon un mecanismo de asistencia financiera para hacer frente al rescate de países con problemas. Al mismo tiempo, el incremento de la prima de riesgo-país se extiende hacia las empresas españolas dificultando el acceso de las mismas a la financiación internacional.

Las medidas extraordinarias de provisión de liquidez, por parte del Banco Central Europeo, son las que han hecho posible que las entidades españolas puedan hacer frente a la refinanciación de su deuda a un coste asumible y hayan seguido generando beneficios con los que provisionar las pérdidas sufridas por el aumento de la morosidad. En lo que se refiere a las entidades especializadas en el crédito al consumo, esta situación se traduce en más dificultades para obtener recursos financieros en los mercados internacionales.

Otro factor que delimita el contexto es el elevado endeudamiento de los hogares que se elevó hasta un 130 % en 2007. Desde entonces, y hasta finales de 2010, el volumen nominal de la deuda apenas se ha reducido. No obstante, hay que subrayar que el intenso ascenso del endeudamiento de las familias españolas obedecía al aumento explosivo del crédito hipotecario destinado a la adquisición de vivienda.

El crédito al consumo apenas representaba en 2007 un 12 % del volumen total de la deuda viva de los hogares, algo menos incluso que la media comunitaria, que se situaba en torno al 13 %. El crédito al consumo no ha sido, por tanto, el responsable del fuerte crecimiento del endeudamiento de las familias.

En cualquier caso, el elevado nivel de endeudamiento de los hogares, junto con factores como la alta tasa de paro y la falta de confianza, constituyen una limitación a la capacidad de crecimiento del consumo y, por tanto, a la capacidad de recuperación del mercado del crédito al consumo en España.

Cuando los consumidores recuperen su capacidad de consumo y de endeudamiento, cabe esperar que los criterios de admisión de las entidades sean más prudentes tanto como consecuencia de la experiencia adquirida durante la crisis como por las mayores exigencias regulatorias. La reducción del tamaño del mercado ha obligado al sector de la financiación al consumo a modificar sus estructuras organizativas y comerciales para ajustarse a esta nueva dimensión y reducir los gastos de funcionamiento.

Una de las consecuencias del nuevo entorno que emerge de la crisis es la mayor importancia que se concede a la gestión del riesgo, buscándose más la seguridad que la realización de un gran volumen de operaciones. Esto se refleja en un endurecimiento de los criterios y de las condiciones de concesión de préstamos a los hogares y a las empresas y un mayor grado de exigencia en las condiciones crediticias.

Esto supone que, con objeto de controlar mejor el riesgo, la gestión crediticia deberá concentrar sus esfuerzos en tres áreas: la identificación de los procesos de negocio, la adecuación de los sistemas de información y la integración de los modelos de decisión. La crisis económica que se inició a mediados de 2008 no ha finalizado con el retorno a tasas positivas de crecimiento del PIB.

La crisis ha evolucionado hacia nuevas manifestaciones que afectan directamente a la actividad financiera, en general, y de financiación al consumo, en particular. Desde 2010 nos enfrentamos a una grave crisis financiera, totalmente nacional en su naturaleza, y a una crisis de riego-país que, unida a otros elementos de la crisis económica relacionados con los graves desequilibrios acumulados a lo largo de los años de expansión, ha supuesto una transformación radical del entorno dentro del cual se desenvuelve la actividad de la financiación al consumo.

Las entidades se han visto obligadas a adaptarse a este nuevo contexto transformando sus estrategias y sus prioridades. El tamaño del mercado se ha reducido, muchas empresas y segmentos del mercado han desaparecido, y el beneficio ya no puede proceder del crecimiento continuo del volumen de negocio.

Ahora hay que buscar ventajas competitivas a través de la actuación en una serie de ámbitos que los autores de esta Revista han coincidido en identificar como elementos clave de las estrategias que se deben desarrollar en este nuevo entorno: la gestión del cliente, la gestión del riesgo, el control interno, la explotación de nuevos canales y productos, y el aprovechamiento de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, Internet y las redes sociales.