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Adelgazar, bueno para un embarazo

Adelgazar, bueno para un embarazo
NOTICIA de Javi Navarro
05.12.2010 - 16:04h    Actualizado 15.04.2021 - 15:11h

La obesidad o el sobrepeso influyen negativamente en la salud de las personas y también provocan dificultades en las mujeres que pretenden quedarse embarazadas, en las que ya lo están y en sus propios hijos. “La fertilidad natural de la mujer tiende a disminuir con el incremento del índice de masa corporal, tanto en pacientes que no presentan alteraciones de la capacidad reproductiva como en aquéllas en las que existen causas específicas de esterilidad. Y en las mujeres que pretenden lograr el embarazo sin necesidad de recurrir a técnicas de reproducción asistida, su propio sobrepeso puede ser la causa de que no lo consigan”. Así lo ha asegurado el doctor Federico Pérez Milán, presidente de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), el marco del IV Simposio Internacional de Reproducción Asistida.

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Sobrepeso, malo para un embarazo

El sobrepeso se relaciona con determinadas alteraciones de tipo hormonal que son de vital importancia para el funcionamiento correcto de los ovarios. Según explica este experto, “en la mujer obesa la fertilidad natural es menor debido a los cambios en los niveles de leptina y adiponectina, que son capaces de modificar los niveles de insulina, de modificar por diferentes vías la síntesis esteroidea del ovario, y de producir finalmente aumento de los niveles de andrógenos, que determinan alteraciones del desarrollo folicular”.

Los expertos coinciden en afirmar que las mujeres obesas deben perder peso antes de intentar quedarse embarazadas, tanto de forma natural como con las técnicas de reproducción asistida. En este sentido, afirma que “sólo con un 5-10 por ciento de pérdida de peso corporal, se pueden mejorar e incluso restaurar los índices de ovulación y embarazo, porque la restricción de energía por sí misma es mejor que el cambio en la forma corporal o el peso total”. Y añade: “Pero sólo un 15 % de las pacientes consigue una reducción de peso significativa y necesaria para que no disminuyan las posibilidades de quedarse embarazada”.

Obesidad en FIV

La presencia de obesidad, también modifica la respuesta a la inducción de la ovulación y a la estimulación ovárica. “En este tipo de pacientes se produce un aumento de las necesidades de gonadotropinas, una disminución de la eficacia en la inducción del desarrollo monofolicular y un menor rendimiento de la hiperestimulación ovárica controlada, así mismo la probabilidad de pérdida gestacional precoz es mucho mayor”, explica el experto.

A las dificultades para quedarse embarazada que conlleva el exceso de peso se han de añadir también las complicaciones que puedan surgir durante la gestación. “La obesidad pregestacional y el incremento ponderal anómalo durante la gestación son conocidos factores de riesgo para la aparición de alteraciones metabólicas fetales, entre las que destacan la diabetes y la macrosomía o fetos de peso superior al normal”, asegura el doctor Pérez.

Así mismo, la obesidad es uno de los factores que predisponen al síndrome metabólico, uno de los principales indicadores de riesgo cardiovascular. “En las técnicas de fecundación in vitro, la combinación de varios elementos de este espectro de trastornos determinará un manejo terapéutico más complejo, modificará el pronóstico gestacional e incrementará el riesgo de complicaciones durante el embarazo y el parto”, indica el experto.

Delgadez u obesidad, embarazo de riesgo

Las mujeres obesas corren el peligro de sufrir problemas en el embarazo, en el parto y en la salud del bebé. Un nuevo estudio sobre más de 3.000 gestantes lo confirma y, además, revela que el bajo peso de la madre también se relaciona con complicaciones específicas. El estudio se ha publicado en The Journal of Maternal-fetal and Neonatal Medicine, tras el trabajo de los investigadores del Hospital Universitario Virgen de las Nieves y de la Universidad de Granada, que han delimitado los riesgos del embarazo relacionados específicamente con la obesidad y los han comparado con los de mujeres con bajo peso para comprobar si la delgadez extrema también constituye un riesgo.

“Durante el embarazo, la obesidad se ha relacionado con trastornos de hipertensión, diabetes gestacional, parto prematuro, macrosomía (gran tamaño) del feto y muerte inexplicada de éste durante el parto”, explica Sebastián Manzanares, primer autor del trabajo. “Sin embargo, existen aún pocos datos sobre la relación entre el bajo peso y las complicaciones perinatales”.

El estudio, publicado en la revista especializada The Journal of Maternal-fetal and Neonatal Medicine, incluye una muestra de 3.016 embarazadas, 168 (5,5 %) con delgadez extrema, 2.597 (86,1 %) con peso normal y 251 (8,3 %) con obesidad grave o mórbida.

Los resultados revelan que las madres obesas tienen mayor riesgo de desarrollar hipertensión y diabetes mellitus, y de colonización por estreptococo grupo B. Además, en ellas es más frecuente que haya que inducir el parto o practicar cesárea, tanto electiva como de urgencia, y que el bebé sufra macrosomía fetal, acidosis al nacimiento y mortalidad perinatal.

Por otro lado, las mujeres con bajo peso son más propensas a padecer oligohidramnios (disminución en la cantidad de líquido amniótico) y a parir niños de bajo peso. La incidencia de parto prematuro o retrasos en el parto no fue significativamente diferente en relación con el peso de la madre.

“Las madres con obesidad severa o mórbida presentan un riesgo mayor de resultados adversos y mortalidad perinatal, por lo que deberían recibir consejos sobre cómo reducir peso y reconocer los signos de alerta temprana de posibles complicaciones”, subraya Manzanares. “Sin embargo, tanto este grupo como el de las mujeres con bajo peso deben ser considerados como de ‘alto riesgo'”.

Bebés más gorditos
El nuevo estudio muestra que los recién nacidos de mujeres con obesidad mórbida o severa son más gordos. Además, el riesgo de macrosomía fetal es 2,3 veces mayor en este grupo en comparación con las mujeres de peso normal.

Para los autores, “estos resultados justifican la necesidad de asesoramiento antes del embarazo y podrían ser un argumento convincente para la modificación del peso. El estudio demuestra el mayor riesgo de embarcarse en un embarazo en situación de obesidad severa o mórbida y también de bajo peso”, concluye Manzanares.