¿Cómo se origina una fobia? ¿Se puede curar?
La mayoría de la gente tiene miedo a algo, pero, para una de cada diez personas, el miedo puede convertirse en una fobia. Las fobias más comunes son el miedo a las arañas, las serpientes, las alturas, la oscuridad, a encontrarse entre una multitud, a los espacios cerrados, a las personas o incluso la amaxofobia, la fobia a conducir. Luego están los miedos más inusuales: coulrofobia (miedo a los payasos), nomofobia (miedo a no disponer del teléfono móvil), socerofobia (miedo a los suegros), triscaidecafobia (miedo al número 13) y, probablemente, el más irónico de todos, la hipopotomonstrosesquipedaliofobia, el miedo a las palabras largas.
Pero ¿se pueden curar? Para obtener respuestas, científicos del Instituto Nencki de Biología Experimental de la Academia de Ciencias polaca y el Instituto Internacional de Biología Molecular y Celular de Varsovia han realizado una serie de experimentos.
La eliminación del miedo no consiste en borrar de la memoria los estímulos que los desencadenan, sino en crear nuevos trazos de memoria competitivos. Durante un tiempo se ha sospechado que los circuitos cerebrales neuronales responsables de la supresión del miedo son diferentes de los circuitos que intervienen en la reaparición del mismo. Esta premisa se ha confirmado por fin de forma experimental.
La doctora Ewelina Knapska, directora del Laboratorio de Neurobiología de las Emociones del Instituto Nencki, lo explica de la siguiente forma: “Se han llevado a cabo estudios de investigación utilizando una raza de ratas especial, genéticamente modificada, desarrollada en el Instituto Nencki. Gracias a ellos, pudimos observar las conexiones existentes entre las neuronas activadas en los cerebros de los animales al experimentar miedo”.
El miedo es una reacción intensa y espontánea del organismo ante un determinado estímulo que tiene importancia en términos evolutivos. Un animal que siente miedo tiene más probabilidades de sobrevivir en un entorno hostil. Sin embargo, el miedo excesivo provoca trastornos de ansiedad, lo que puede perjudicar de manera considerable el funcionamiento del organismo y dar lugar a la aparición de fobias.
Las fobias pueden tener su origen en aspectos muy diversos; por ejemplo, los genes. Algunas personas están más predispuestas a sentir ansiedad que otras. Estos problemas pueden heredarse a través de los genes. Otras razones pueden ser una experiencia traumática que puede hacer que una persona siga sintiéndose nerviosa o ansiosa durante varios meses o años después del incidente. Este tipo de miedo recibe el nombre de trastorno de estrés postraumático. También está la experiencia vital, como malas experiencias del pasado, cambios importantes ocurridos en la vida y en el presente. Muchas fobias suelen desarrollarse en la infancia o la adolescencia y diluirse con el paso del tiempo.
Miedo intenso
Una fobia auténtica se describe como un miedo intenso y persistente que se percibe como irracional, pero que el individuo no es capaz de ignorar. Un miedo se convierte en fobia cuando hace que la persona que lo padece evite el objeto temido y se sobrecoja de horror cuando no puede evitarlo. Para que una fobia se considere como tal, tiene que interferir de alguna forma en la vida cotidiana.
A pesar de todo, hay noticias esperanzadoras. Los trastornos de ansiedad que experimentan los seres humanos y los animales se pueden tratar mediante terapia conductual, que consiste en la exposición al estímulo (o estímulos) que desencadena el miedo en un entorno seguro. La repetición de las exposiciones a dicho estímulo puede hacer que el individuo no reaccione ante él con miedo.
El estímulo de los miedos
Las estructuras cerebrales responsables del aprendizaje y de la eliminación del miedo se han desarrollado en una etapa temprana del proceso evolutivo y, por este motivo, es posible estudiarlas de manera experimental en animales, por ejemplo, las ratas. Para ello, los científicos han desarrollado un método que permite rastrear la reacción de neuronas individuales al estímulo del miedo o a la ausencia del mismo mediante la modificación del genoma de la rata.
Posteriormente, las ratas modificadas genéticamente que mostraban la reacción deseada al estímulo de estrés se expusieron a situaciones con un nivel alto de miedo. El procedimiento se diseñó para asegurar que el marcador de fluorescencia solo se acumulase en las células que reaccionasen al estímulo desencadenante del miedo.
Gracias a estos métodos de investigación, los científicos podrán orientar la búsqueda de agentes farmacológicos capaces de actuar de forma precisa sobre las redes neuronales responsables del miedo y de la inhibición del mismo. Esto supondría un avance importante en el tratamiento de las fobias, puesto que los compuestos elaborados hasta la fecha no afectan a los circuitos neuronales individuales, sino al conjunto de las estructuras cerebrales. Esto significa que, una vez administrados, podrían borrar trazos de memoria de una manera incontrolada.
Los estudios sobre las fobias se financiaron con subvenciones concedidas por la Fundación para la Ciencia de Polonia, el Centro Científico Nacional, el Séptimo Programa Marco (7PM) de la Comisión Europea y la ERA-NET Neuron, cofinanciada por el Centro Nacional para la Investigación y el Desarrollo.