Elegir mal una hipoteca o una tarjeta: el coste oculto de no saber de finanzas

Elegir mal una hipoteca o una tarjeta: el coste oculto de no saber de finanzas
Foto del periodista Javi Navarro
NOTICIA de Javi Navarro

¿Por qué las finanzas personales importan más de lo que creemos? La educación financiera vuelve al centro del debate económico. El pasado 12 de noviembre de 2025, The Economist defendió en su artículo “In defence of personal finance” la importancia de que los ciudadanos comprendan y gestionen mejor su dinero, no como un lujo reservado a grandes patrimonios, sino como una necesidad cotidiana que afecta directamente al bienestar de los hogares y a la desigualdad social.

Ahora, el think tank FUNCAS —perteneciente a la Obra Social de la CECA—, analiza el texto, que arranca con una escena poco habitual —un ciudadano que espera con ilusión el sábado posterior al cobro de su salario para actualizar hojas de cálculo sobre cuentas, pensiones, hipoteca y rentabilidad— para subrayar una realidad incómoda: la mayoría de las personas percibe las finanzas personales como una carga compleja y poco atractiva, en ocasiones explotada por la propia industria financiera.

Finanzas personales: no es cuestión de ser rico

Hablar de finanzas personales suele evocar inversiones sofisticadas o grandes fortunas. Sin embargo, su verdadero impacto se manifiesta en decisiones mucho más cercanas:

  • Elegir correctamente una hipoteca.
  • Utilizar la tarjeta de crédito sin generar sobreendeudamiento.
  • Ahorrar para la jubilación.
  • Financiar un gasto imprevisto sin comprometer la estabilidad familiar.

Cada una de estas decisiones tiene consecuencias directas sobre la economía doméstica. Cuando millones de personas carecen de conocimientos básicos para afrontarlas, el resultado es una mayor desigualdad social y patrimonial.

Un sistema que penaliza a quienes menos saben

Las finanzas personales combinan tres ingredientes poco populares: matemáticas, gestión del riesgo y planificación a largo plazo. En una sociedad marcada por la inmediatez, estas tareas se viven más como una molestia que como una oportunidad de mejora. Esta realidad, unida a la complejidad del sistema financiero y a la asimetría de información, tiende a beneficiar a quienes cuentan con mayor formación y asesoramiento.

En su libro Fixed, los economistas John Campbell —Universidad de Harvard— y Tarun Ramadorai —Imperial College de Londres— sostienen que el sistema de finanzas personales ofrece malos resultados para muchos ciudadanos, especialmente para quienes tienen menos recursos. Su análisis muestra que:

  • Los hogares más ricos obtienen mayores rentabilidades sobre sus activos.
  • Pagan tipos de interés más bajos por sus deudas.
  • Los hogares con menos ingresos logran retornos cercanos al tipo libre de riesgo.
  • Soportan diferenciales mucho más elevados al endeudarse.

La bancarización no garantiza una buena gestión del dinero

Un estudio reciente de Funcas (2025) sobre la bancarización de los hogares con menos ingresos confirma que el 94% está bancarizado, pero con un acceso limitado a productos básicos y con niveles muy bajos de competencia financiera.

El informe revela que:

  • Un 37% de estas personas se sitúa en los niveles más bajos de conocimientos financieros.
  • Esta falta de conocimientos favorece la autoexclusión financiera.
  • Aumenta el riesgo de tomar decisiones desfavorables.
  • Se enfrentan a mayores costes y barreras de acceso, lo que refuerza su vulnerabilidad económica.

España suspende en conocimientos financieros básicos

Los datos del Banco de España confirman que existe un amplio margen de mejora. Solo el 19% de la población entre 18 y 79 años responde correctamente a tres preguntas sencillas sobre inflación, tipos de interés y diversificación del riesgo.

Para una economía avanzada como la española, este resultado resulta preocupante, ya que sin comprender estos conceptos básicos es muy difícil:

  • Valorar correctamente una oferta financiera.
  • Entender el impacto real de la inflación.
  • Comparar alternativas de inversión propuestas por el banco.

Los jóvenes tampoco aprueban

La situación entre los más jóvenes no es mucho mejor. Según analiza Ismael Sanz en Cuadernos de Información Económica, los datos de PISA 2022 sitúan a España con 486 puntos en competencia financiera, por debajo de la media de la OCDE (498 puntos).

Además:

  • Un 17,1% de los estudiantes de 15 años no alcanza el nivel básico.
  • Solo un 5% se sitúa entre los niveles más altos de conocimiento.
  • La brecha entre alumnos de entornos favorecidos y desfavorecidos es de 73 puntos.

El papel clave de las familias

El análisis destaca que los estudiantes que hablan con sus padres sobre cuestiones cotidianas —como gestionar el dinero para compras, decidir cuánto ahorrar o realizar compras online— obtienen mejores resultados. En cambio, las conversaciones sobre asuntos percibidos como lejanos —presupuesto familiar, noticias económicas o decisiones de ahorro— no se asocian a mejoras significativas.

La respuesta institucional: educación financiera para todos

Siguiendo las recomendaciones de la OCDE, el Banco de España y la CNMV impulsan la Estrategia Nacional de Educación Financiera, materializada en el Plan de Educación Financiera bajo la marca “Finanzas para Todos”, con el apoyo del Ministerio de Asuntos Económicos.

Uno de los ejes centrales del plan es la atención a los colectivos vulnerables:

  • Personas con rentas bajas.
  • Bajo nivel educativo.
  • Migrantes.
  • Residentes en zonas rurales con escaso acceso a servicios financieros presenciales.
  • Personas con competencias digitales limitadas.

Para estos grupos, la educación financiera actúa como una herramienta de inclusión que ayuda a evitar el sobreendeudamiento, reducir la exposición a productos inadecuados y aprovechar con mayor seguridad las oportunidades de la digitalización.

No se trata de invertir, sino de no quedarse atrás

El objetivo final de mejorar la cultura financiera no es convertir a toda la población en experta inversora, sino evitar que alguien quede rezagado por no comprender las reglas básicas del sistema. Iniciar esta formación desde edades tempranas, reforzarla en la adolescencia y actualizarla en la vida adulta se perfila como una de las vías más eficaces para reducir la brecha de oportunidades y, a largo plazo, la desigualdad en la distribución de la riqueza.