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Dinero y salud, cómo afecta el uno al otro

Dinero y salud, cómo afecta el uno al otro
NOTICIA de Javi Navarro
28.04.2018 - 13:55h    Actualizado 20.01.2023 - 14:08h

¿Quién no ha escuchado alguna vez esa famosa canción que dice: ‘Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor’? Pues efectivamente, aquella canción de los años 60 tenía más razón de lo que crees, porque dinero y salud están estrechamente relacionados. Te contamos por qué. ¿La salud es cómo el dinero?

Problemas económicos y mala salud

Salud y dinero. Dinero y salud. Los problemas económicos están íntimamente ligados a una mala salud. Por ejemplo, está comprobado que una dieta equilibrada es más cara que una basada en comida rápida y que es poco saludable. Además, pagar la cuota de un gimnasio no está al alcance de todos los bolsillos. Por si fuera poco, una situación financiera precaria puede aumentar los malos hábitos, no solo alimenticios, sino también aquellos relacionados con el alcohol o el tabaco. Por tanto, es evidente que dinero y salud se condicionan mutuamente.

Recursos económicos para la salud

Desde el punto de vista de la propia relación entre dinero y salud, no cabe duda de que a más ingresos, más recursos se destinan a cuidar la salud: calefacción, alimentación cuidada, revisiones en el dentista, seguros médicos, etc. Todo ello, incluido el dinero, influye a la larga en el estado de salud.

Situación financiera

Atravesar un periodo de dificultades económicas puede provocar insomnio, angustia o depresión. Por el contrario, gozar de una buena situación financiera mejora el estado de ánimo y conduce al bienestar general.

Ignorancia financiera

La ignorancia en temas financieros provoca ansiedad y malestar, por eso conviene acudir a un asesor financiero antes de firmar algo que pueda tener consecuencias negativas en el futuro.

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Objetivos de ahorro

Alcanzar los objetivos de ahorro previamente marcados incrementa la tranquilidad, la satisfacción personal y el sentimiento de estar a gusto con el trabajo.

Decisiones económicas

Las decisiones económicas también repercuten en el estado de la familia, especialmente sin son complicadas de tomar. En este sentido, el estado anímico de la unidad familiar puede verse afectado.

Dinero y personalidad

El dinero está estrechamente relacionado con la personalidad de cada uno. Así, una persona austera sentirá menos estrés si no gasta importantes cantidades de dinero por muy altos que sean sus ingresos.

Nivel de ingresos y longevidad

Aunque parezca increíble, existe una relación probada entre la longevidad y el nivel de ingresos. Cuánto más ingresos, mayor longevidad. Solo hace falta analizar la esperanza de vida en países subdesarrollados para darnos cuenta de que esto es totalmente cierto.

Nivel educativo y dinero

La relación entre dinero y salud también se manifiesta en el nivel educativo de los hijos. Cuantos más recursos económicos se tengan, mayor probabilidad existe de que los niños continúen su formación hasta etapas avanzadas. Esto implica que podrán aspirar a un empleo mejor en el futuro y en definitiva, a un estado de salud más óptimo a largo plazo.

El dinero perjudica seriamente la salud

El dinero perjudica seriamente la salud

La relación entre pobreza y mala salud es real. Las personas más pobres enferman más y mueren antes que las ricas. Pero no acaban ahí las relaciones entre tener dinero y buena salud, puesto que también hay relación entre las desigualdades económicas y la enfermedad mental. Estudios recientes revelan que países desarrollados con altos niveles de desigualdad, como EE. UU. y Reino Unido, tienen una proporción mayor de enfermos mentales que países como Nigeria, Dinamarca o Noruega, con una brecha menor.

Fernando Pérez del Río, coordinador terapéutico de Proyecto Hombre Burgos, ha publicado un artículo en el último número de la revista Norte de Salud Mental en el que revisa todos los trabajos sobre desigualdad y salud mental en la última década, mayoritariamente investigaciones realizadas por países anglosajones en las que se analizan las mismas variables.

“He localizado 20 estudios, ninguno de ellos en castellano, y dos variables que son importantes. La primera es que una mayor desigualdad entre ricos y pobres aumenta el porcentaje de enfermedad mental. La cohesión social se rompe y la desigualdad genera mucha tensión. La segunda variable se relaciona con los valores que tenga esa sociedad, puesto que no es lo mismo ser pobre en un país pobre que ser pobre en un país rico. Es mucho más problemático y enfermizo lo segundo”, detalla Pérez del Río.

Las desigualdades económicas elevan los problemas de salud mentales
En relación con la primera de las variables, el estudio concluye que el grado interno de igualdad o desigualdad económica que presenta un país condiciona directamente la salud mental de sus ciudadanos. Por ello, EE. UU. o Reino Unido presentan más problemas de salud mental que Suecia, Finlandia o los Países Bajos, por ejemplo, países con bajos niveles de desigualdad.

“La desigualdad económica favorece el aumento de los trastornos mentales y contribuye a crear una sociedad ansiógena, estresada y frágil. No olvidemos que el trastorno mental también es una construcción social”, apunta el investigador.

Ser pobre y vivir como rico es peor
Respecto a la segunda de las variables, la asociada con los valores de la sociedad, “está demostrado que ser pobre y vivir en una zona rica puede resultar más dañino para la salud que ser aún más pobre pero vivir en una zona de extrema miseria”. Esto tiene que ver, agrega, con la visión de la pobreza y el fracaso en cada una de estas sociedades.

“Cuando se desprecia esa situación, las personas pobres sienten vergüenza y tienden a aislarse de los demás y a alejarse de la comunidad, puesto que el fracaso se tiende a esconder, tanto más si ese fracaso está asociado al estigma de ser un dependiente o un parásito social”. Por ello, “cuanto menos se desprecia la pobreza o el fracaso más sana es una sociedad”, afirma.

En la misma línea, Pérez del Río concluye que los países más comunitarios y con menos diferencias económicas entre sus habitantes, aquellos que dan más importancia al grupo y gozan de mayor movilidad social –entendida como movimientos individuales o grupales que se producen en el sistema de clases–, “son a la postre los países más sanos”.

Enfoque comunitario de las enfermedades mentales
En opinión del investigador, el abordaje de esta situación pasa por favorecer políticas comunitarias que primen la cohesión y la igualdad. “Debemos dar importancia a los aspectos sociales más educativos que terapéuticos, a los tratamientos integrales y no parcializados, al apoyo grupal y familiar y a los grupos de apoyo mutuo y a la colaboración de los voluntarios en los dispositivos asistenciales”.

En definitiva, añade el autor, estos trabajos “invitan a poner en práctica un enfoque comunitario de las enfermedades mentales frente a modelos individualistas y deterministas”.

En cuanto a los próximos pasos a dar en esta línea de investigación, Pérez del Río considera que se debería abordar el tipo de enfermedades mentales asociadas a la desigualdad económica. Asimismo, está interesado en profundizar en la relación entre desigualdad y consumo de drogas. La hipótesis de partida sería que a mayor desigualdad social, mayor consumo de drogas, tesis a la que apuntan los pocos estudios realizados en esta línea.



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