Si la educación española alcanzase el nivel que Finlandia, mejoraría un 1 % al año el nivel de renta
Si las regiones españolas obtuvieran los mismos resultados en PISA que Finlandia, el país de la OCDE que tradicionalmente obtiene los mejores resultados, la renta per cápita española podría llegar a aumentar un 1 % anual.
Sin embargo, la espectacular extensión de la formación en España conseguida durante las últimas décadas no se ha visto acompañada de una mejora suficiente de la calidad, el aspecto en el que el sistema educativo español presenta mayores insuficiencias. A esto se unen las notables diferencias de resultados entre las comunidades autónomas españolas, tan grandes como las existentes entre los países de la OCDE, pese a compartir un mismo sistema educativo. La diferencia entre los conocimientos que se alcanzan en las regiones con mayor y menor rendimiento equivale a un año y medio de escolarización. Estas diferencias son aún mayores cuando tenemos en cuenta no solo el rendimiento educativo, sino también la calidad.
Este es uno de los elementos del diagnóstico que presenta el estudio Fundación BBVA-ivie Educación y desarrollo. PISA 2009 y el sistema educativo español, una investigación coordinada por Antonio Villar, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad Pablo de Olavide e investigador del Ivie.
A partir de un análisis directo de los datos del Informe PISA sobre los conocimientos adquiridos por los estudiantes de 15 años en los países de la OCDE y asociados, el estudio aborda cuatro temas de especial relevancia: 1) la evaluación del rendimiento, la equidad y la calidad de los sistemas educativos; 2) la estimación de la insuficiencia formativa; 3) la relación existente entre rendimiento educativo, crecimiento económico y mercado de trabajo; y 4) factores que explican las grandes diferencias de rendimiento educativo observadas en las comunidades autónomas españolas.
Evaluación de los sistemas educativos
La investigación del Ivie evalúa los sistemas educativos, tanto de todos los países participantes en PISA como de las comunidades autónomas españolas, en términos del Índice de Desarrollo Educativo, un indicador agregado que mide los logros en rendimiento, equidad y calidad.
El rendimiento del sistema educativo se mide a través de los valores medios de los resultados del test de PISA, que es la variable resumen más ampliamente utilizada. La noción de equidad está vinculada a la idea de igualdad de oportunidades y tiene que ver con el grado de dependencia de los resultados de los alumnos con respecto a sus condiciones socioeconómicas. Para estimar la calidad del sistema educativo se recurre a analizar la proporción de estudiantes que alcanzan los niveles superiores de competencia (niveles 5 y 6) descontando los que no alcanzan el nivel 2 (considerado como el mínimo admisible).
El Índice de Desarrollo Educativo (IDE) es la media geométrica de las valoraciones normalizadas de esas tres componentes, ofreciendo una medida sintética de aquel desarrollo.
En comparación con el resto de países de la Unión Europea de los Quince, España obtiene buenos resultados desde el punto de vista de la equidad, está por debajo de la media en rendimiento, y está muy por debajo de la media en calidad, que es uno de los principales puntos débiles de nuestro sistema educativo.
Resultados del sistema educativo. UE-15. OCDE = 100
Si comparamos los resultados del sistema educativo en cuanto a rendimiento, equidad y calidad en las comunidades autónomas españolas -las catorce en las que se amplió la muestra de PISA para disponer de resultados comparables-, observamos que existe una gran diversidad de resultados entre ellas. Todas están por debajo de la media de la OCDE en términos de calidad, aunque algunas obtienen buenos resultados en términos de rendimiento (Castilla y León, Comunidad de Madrid, Cataluña y La Rioja) y de equidad (Galicia, País Vasco y Cataluña, entre otras).
También se observa que las comunidades con mejores resultados en rendimiento se encuentran entre las que logran mayores niveles de equidad, mientras que no existe una correlación clara entre desarrollo económico y desarrollo educativo. Así, las comunidades noroccidentales tienen buenos resultados educativos a pesar de no ocupar posiciones destacadas en términos de desarrollo económico o renta per cápita.
Resultados del sistema educativo. España y comunidades autónomas. OCDE = 100
La insuficiencia educativa
El Índice de Pobreza Educativa ofrece información sobre las insuficiencias formativas de una sociedad, mediante un indicador que toma en cuenta la incidencia, la intensidad y la desigualdad de la insuficiencia educativa. La incidencia se mide como el promedio de los porcentajes de estudiantes que no alcanzan un mínimo de formación en matemáticas, ciencias y lectura (no superan el nivel 2 de los 6 que considera PISA). La intensidad se calcula como la diferencia media de las distancias entre los resultados que obtienen en el test estos estudiantes respecto al mínimo admisible. Y la desigualdad se mide mediante un índice de dispersión similar al usado para la renta.
Los datos muestran una enorme variabilidad internacional en este indicador: si la variabilidad en el rendimiento educativo es de 1 a 2 y en el Índice de Desarrollo Educativo de 1 a 8, en el índice de Pobreza Educativa es de 1 a 80.
España obtiene valores relativamente buenos en este indicador: su índice de pobreza educativa se sitúa en torno al 50 % de la media de los países del estudio y se acerca a la media de la Unión Europea de los Quince.
La distribución de la pobreza educativa en las comunidades autónomas españolas presenta rasgos similares a los observados en el Índice de Desarrollo Educativo: las regiones con mejores valores están concentradas en la zona norte del país y corresponden a aquellas con mejores valores de rendimiento. Es el caso, por ejemplo, de Navarra, el País Vasco y la Comunidad de Madrid, que tienen valores inferiores al 65 % de la media nacional. En este indicador, valores bajos son sugestivos de mejores resultados.
Rendimiento educativo y crecimiento económico
El estudio indica que las diferencias en los resultados educativos tienen consecuencias importantes sobre el desarrollo, la generación de riqueza y el mercado laboral. Aunque una mayor riqueza no implica necesariamente una mayor educación de los individuos, sí hay evidencia de que una mayor educación genera ventajas en la generación de renta y empleo.
Los resultados internacionales muestran que hay un claro efecto positivo del rendimiento educativo sobre el crecimiento económico. Se estima que 50 puntos más en las pruebas PISA supondrían aumentos de casi un 1 % en la tasa de crecimiento. Diversos estudios ponen de manifiesto que lo relevante son los conocimientos efectivamente adquiridos y no la mera acumulación de más años de escolarización.
El análisis del caso español, relativo al periodo 1995-2010, indica que las diferencias regionales en educación afectan de modo sustancial al crecimiento. Existe un efecto significativo y positivo del rendimiento educativo cuya magnitud es similar a los estudios internacionales. En el caso de las regiones españoles 50 puntos PISA adicionales supondrían aproximadamente 0,9 puntos más en la tasa de crecimiento anual de la renta per cápita. Como resultado, las diferencias regionales en rendimiento educativo se convierten en diferencias en la tasa de crecimiento a largo plazo de hasta el 1 % o el 1,4 %.
Si planteamos un escenario hipotético en el que todas las regiones españolas se sitúan en comprensión lectora a la altura de los valores ya conseguidos por la Comunidad de Madrid y Castilla y León, que son las que obtienen mejores resultados, se lograrían aumentos en la tasa de crecimiento de la renta que irían del 0,10 % en La Rioja y Cataluña hasta el 1 % de Canarias. Esas mejoras sustanciales en la mayoría de regiones supondrían un aumento para el conjunto de España de un 0,4 % anual en el crecimiento a largo plazo.
Las regiones con un mayor rendimiento educativo -y que se caracterizan por sus mayores niveles de capital humano- parecen mostrar una mayor capacidad para resistir el impacto de la crisis, especialmente en el mantenimiento del empleo (gráfico 1), pero también de la renta per cápita.
El rendimiento educativo durante la enseñanza obligatoria modifica significativamente las perspectivas laborales de los individuos y completar o no este proceso formativo tiene importantes consecuencias. Los graduados tienen una mayor probabilidad de empleo, menos exposición a la temporalidad y obtienen mayores salarios, reflejo de su mayor productividad.
Una mejora de 15 puntos en la tasa de graduados de la ESO y reducción del abandono escolar, incrementaría la tasa de actividad entre 0,3 y 2 puntos, reduciría la tasa de paro entre 2,3 y 3,8 puntos y la tasa de temporalidad entre 1,7 y 2 puntos y aumentaría la productividad al menos un 4,5 %.
La mera extensión de los años de escolarización obligatoria no aporta demasiado: cursar la educación secundaria obligatoria sin éxito no supone una diferencia significativa respecto a tener solo estudios primarios. Una mejora simultánea en la cantidad y la calidad de la educación sería especialmente efectiva para impulsar el crecimiento económico. Más cantidad de educación no sirve de mucho si no va acompañada de la calidad suficiente.
Factores de las diferencias educativas en España
Las comunidades autónomas españolas presentan resultados educativos enormemente diversos. Las diferencias de rendimiento entre las comunidades autónomas en la educación obligatoria equivalen a 1,4 años en comprensión lectora, 2 años en competencia matemática y 1,6 años en competencia científica. Las diferencias resultan mucho mayores si atendemos a la calidad de la formación alcanzada.
Estos datos que se derivan del informe PISA son corroborados por las evaluaciones realizadas de forma independiente por el Instituto de Evaluación del Ministerio de Educación (Evaluación de 4.º de Primaria de 2009 y la Evaluación de 2.º de ESO realizada en 2010). Esta diversidad se mantiene en los estudios superiores. Según el Instituto Nacional de Estadística en 2009 del total de la población mayor de 16 años, el 18 % en las Illes Balears y el 19 % en Andalucía y Canarias tenían estudios superiores, mientras que ese porcentaje alcanzaba el 31 % en la Comunidad de Madrid, el 29 % en Navarra, o el 35 % en el País Vasco.
¿Qué factores explican la persistencia de las diferencias educativas entre las comunidades autónomas? Los datos de PISA permiten abordar esta cuestión mediante un tratamiento estadístico que proporciona algunos indicios al respecto.
El Informe PISA analiza en detalle la relación entre las condiciones socioeconómicas y culturales de las familias y el rendimiento académico de los alumnos. Partiendo de la construcción de un indicador compuesto de la situación familiar, se comprueba que existe una relación positiva (pero relativamente débil y que varía ampliamente entre los distintos países) entre las condiciones socioeconómicas y los resultados.
El funcionamiento del sistema educativo obedece a la concatenación de muchas otras variables, relacionadas con la valorización social de la educación, la implicación de las familias y los profesores en la formación de los estudiantes, el diseño curricular, las estrategias docentes, etc.
Es habitual considerar tres tipos de factores explicativos de las diferencias de rendimiento: características individuales, características socio-familiares ycaracterísticas de los centros formativos. La explicación de las diferencias en los resultados académicos entre regiones habrá que buscarla tanto por la diferente composición de la población de alumnos en relación a esos tres grupos de variables explicativas, como por la existencia de efectos diferenciales en el impacto de estas variables.
Las variables individuales analizadas muestran que: 1) Los alumnos que son repetidores tienen significativamente menos puntuación en PISA que los no repetidores. En concreto, haber repetido una vez disminuye la nota en más de 58 puntos, y haber repetido más de una vez tiene un efecto, como mínimo, de 95 puntos. 2) Los estudiantes que han asistido más de un año a Educación Infantil tienen significativamente más puntuación en PISA.
Con respecto a las variables socioeconómicas se observa que tanto el nivel educativo y ocupacional de los padres como las posesiones educativas (p. ej. número de libros) en el hogar tienen un efecto positivo y significativo sobre los resultados.
En cuanto a las variables del centro educativo, los datos indican que el tipo de escuela, pública o privada, no es una variable significativa para explicar diferencias de rendimiento. Sí lo es en cambio la existencia de grupos de habilidad, lo que sugiere que cierta separación entre estudiantes con niveles de aptitud heterogéneos puede resultar beneficioso para el rendimiento de los mismos. El tamaño de la clase en España es inferior a la media de la OCDE (21,8 alumnos frente a 27,2). Las diferencias entre regiones son pequeñas y no tienen un efecto apreciable sobre los resultados. Se observa también un efecto positivo derivado de los compañeros de clase (peer effects), medido por el nivel educativo de los padres de los compañeros de colegio.
Si tomamos Andalucía como región de referencia y comparamos las diferencias de los resultados del test PISA de las distintas comunidades en matemáticas, descontando los efectos de las variables individuales, socio-económicas y de colegio, observamos que: a) estas variables explican una parte importante de las diferencias; b) sigue habiendo diferencias relevantes que no dependen de estas variables; c) la capacidad explicativa de estas variables (diferencias entre las barras del gráfico para cada comunidad) cambian de unas regiones a otras. Así por ejemplo, en Baleares y Cataluña las diferencias observadas desaparecerían, mientras que en las demás seguirían siendo importantes.
Para tratar de comprender la naturaleza de esas diferencias que permanecen inexplicadas, y que corresponderían a elementos específicos de la región, el estudio ha analizado su relación con otros factores (renta de las regiones, gasto en educación, composición del empleo, etc.). Los resultados indican que:
• Ni la riqueza de las regiones, ni los niveles de gasto público o privado que se destina a educación resultan significativos a la hora de explicar las diferencias restantes.
• La tasa de ocupación cualificada y los rendimientos a la educación sí parecen tener un efecto positivo y estadísticamente significativo. En particular los que se refieren a la distribución sectorial del empleo -industria y servicios-, siendo cada uno de estos capaz de explicar más de un 40 % de las diferencias residuales entre regiones.
Las regiones con una mayor tasa de ocupación cualificada presentan unos resultados mejores. Lo mismo ocurre para aquellas regiones con un mayor peso de la industria y de los servicios altamente cualificados en términos de empleo. Una posible interpretación de estos resultados es que, dada la escasa movilidad inter-regional en el empleo que caracteriza a nuestro país, los estudiantes se crean sus expectativas futuras de empleo en función de su mercado laboral local, es decir, el de su propia región. Las expectativas laborales deben verse afectadas por la composición sectorial del empleo de su región, y estas expectativas pueden determinar en última instancia el rendimiento académico de los estudiantes de diferentes regiones.
Dos problemas urgentes: el fracaso escolar y la falta de atención a la excelencia
La investigación señala dos cuestiones que convendría abordar de forma directa y urgente: el fracaso escolar y la excelencia o, dicho de otro modo, las altas tasas de repetidores y los bajos porcentajes de estudiantes que acceden a los niveles superiores de competencias.
Con respecto a los repetidores, los datos son mucho peores que los de la mayoría de países: en España hay un 36,6 % de alumnos repetidores frente a un 17,4 % en la OCDE. Los autores indican que el tratamiento precoz de las dificultades de aprendizaje podría ayudar a reducir el fracaso en los niveles más avanzados de la educación obligatoria, que es donde se concentra el grueso de los repetidores. En este sentido recuerdan que muchos de los repetidores de 15 años no se graduarán, de modo que, en la medida que son conscientes de ello, sus incentivos para realizar esfuerzos en las etapas finales del ciclo educativo son mínimos.
España también presenta datos mucho peores que los de su entorno en cuanto a los alumnos que alcanzan los niveles superiores de competencias educativas (niveles 5 y 6 del informe PISA). Frente al 7,6 % de los estudiantes de la OCDE que alcanzan los niveles más altos de competencias, en España esa cifra se reduce hasta un 3,4 %. Así pues, no parece que el sistema educativo preste la suficiente atención a los mejores alumnos y esto tiene implicaciones tanto en los efectos arrastre que genera como en la calidad de los estudiantes que accederán a los estudios superiores. Según el estudio, flexibilizar el proceso de aprendizaje de los alumnos que van a distintas velocidades y permitir procesos diferenciados de enseñanza podría ayudar a no diluir el talento y hacer del mismo un estímulo para el grupo.
Los autores señalan que la falta de atención a estos dos problemas puede estar relacionada con la fuerte estandarización de los servicios educativos que existe en España y que dificulta la respuesta diferenciada frente a necesidades específicas. Los colegios españoles parecen tener muy poco margen para realizar adaptaciones al entorno (tanto en términos de diseño curricular y tratamiento diferenciado de los alumnos, como de selección de recursos materiales y humanos) o poner en práctica incentivos que estimulen la consecución de buenos resultados. La autonomía y capacidad de gestión de los colegios españoles está muy por debajo de la media de la OCDE en todos los aspectos (contratación de profesorado y salarios, admisión de alumnos y normativa de evaluación y disciplina, contenidos y medios pedagógicos).
Esta estandarización no genera resultados uniformes en el territorio nacional, como se observa en las diferencias entre comunidades autónomas, que persisten cuando se descuentan los efectos de los factores socioeconómicos.
Medidas a medio y largo plazo
A partir de los resultados de la investigación, el estudio plantea algunas recomendaciones para la mejora del sistema educativo a medio y largo plazo.
En opinión de los autores, valdría la pena considerar el diseño de políticas destinadas a mejorar los hábitos culturales de las familias (algo en lo que los medios de comunicación públicos podrían jugar un papel importante) y su implicación en el proceso formativo, además de potenciar la cultura escrita, tanto digital como convencional. Una razón para prestar atención a este aspecto es que PISA muestra que el número de libros que hay en los hogares y la actitud frente a la lectura son variables explicativas de las diferencias de rendimiento, en todos los ámbitos.
También cabría introducir pruebas externas (exámenes estandarizados de final de ciclo, por ejemplo) que permitieran tener información sobre el rendimiento de los centros educativos, similar a la que ofrece PISA sobre los países. Estas pruebas ayudarían a identificar las políticas que consiguen mejores resultados a partir del análisis de las prácticas educativas de los centros con más éxito. Además, facilitarían el diseño de esquemas de incentivos, tanto a los centros como al profesorado, en función de los resultados obtenidos. Asimismo proporcionarían información a las familias sobre los niveles de sus hijos, el colegio en el que estudian y su relación con el entorno general en el que tendrán que desenvolverse (p. ej. en comparación con otros estudiantes y otros colegios de su región). Finalmente, supondría una forma de que los centros rindieran cuentas explícitamente a la sociedad que sufraga los gastos de la educación.
Parece conveniente mantener la estrategia de ampliar la educación preescolar, porque la extensión de la educación infantil a edades tempranas se ha mostrado como un factor que afecta muy positivamente a la formación de capital humano. No se trata tanto de que los niños aprendan más cosas antes, sino de que adquieran hábitos y actitudes formativas adecuadas muy pronto. Cabe destacar que España es uno de los países con mayor extensión de la educación temprana, si bien está muy concentrada en los hijos de las familias con mayores niveles educativos y socioeconómicos.
En el actual contexto de crisis, no parece fácil que en los próximos años haya disponibles más recursos para hacer frente a las mejoras educativas que se necesitan. Hay sin embargo margen para mejoras que no impliquen crecimiento del gasto o que puedan alcanzarse modificando la composición del mismo.
El estudio Educación y desarrollo. PISA 2009 y el sistema educativo español se incluye en el Programa de Investigaciones Económicas que la Fundación BBVA y el Ivie desarrollan conjuntamente desde hace quince años, centrado en el estudio con perspectiva de largo plazo del patrón de crecimiento español y su inserción en la economía global. Este Programa ha generado más de cincuenta monografías.
España suspende en educación al ocupar el tercer puesto en la tasa de fracaso escolar de la UE
España está entre los últimos de la clase, sólo Malta y Portugal han sacado peores notas que España en el último informe sobre fracaso escolar elaborado por Eurostat. Si la media del abandono escolar en la Unión Europea está en el 10 %, esa tasa llega al 28,4 % en el caso de nuestro país.
La Unión Europea se ha puesto deberes: reducir la tasa de abandono escolar. De hecho, se ha fijado un objetivo que el abandono escolar caiga hasta el 10 % en el conjunto de la Unión desde el 14,1 % actual. En España doblamos esta tasa hasta colocarnos en el 28,4 %, lo que nos sitúa en el tercer peor lugar de esta clasificación.
La media de fracaso escolar de la Unión Europea ha pasado a un 14,1 % en 2010, dejando atrás cifras superiores al 17 % que todavía se registraban en el año 2000.
Sólo Malta con una tasa de abandono escolar de un 36,9 % y Portugal con un 28,7 % están peor que España. A pesar del mal dato, esta cifra se ha reducido desde el 31,9 % en 2008. Italia y Rumania cuentan con cifras por encima del 18 %, mientras que el Reino Unido supera la media europea con un 14,9 %.
Según la Unión Europea, “esta elevada tasa denota un claro fracaso de la política educativa que debería ir encaminada a lograr una formación cada vez mejor a todos los niveles, al ser la educación un pilar básico de la nueva economía”. Esto, además, provoca “un problema grave que afecta a España desde hace años, provocando grandes desajustes en la transición de la escuela al mercado laboral”.
La gran mayoría de países de la UE-27 ya se sitúan por debajo de la media y ocho incluso cumplen en 2010 el objetivo del 10 % fijado para el año 2020.
El sistema educativo español solo supera a dos países de la UE
El Foro Económico Mundial analiza, a través de su Índice Global de Competitividad , la situación del sistema educativo de 139 países de la Unión Europea. Este índice es un pilar muy importante en la economía de un país, pues se refiere a la situación de la educación superior y la formación.
El Instituto de Estudios Económicos pone de relieve la importancia de este indicador económico mundial, que sitúa a Singapur en su primer puesto, con una puntuación por encima de 6. A continuación figuran Suiza, Islandia, Qatar y Canadá. Finlandia, Bélgica, Suecia y Dinamarca son las naciones mejor clasificadas de la UE-27 al estar entre los diez primeros países.
Entre las veinte mejores naciones también figuran Irlanda, Chipre, los Países Bajos y Alemania como miembros de la Unión Europea. En lugares no punteros pero buenos aparecen Malta, Austria, el Reino Unido, Francia, la República Checa y Luxemburgo.
El ranking ofrecido en el documento oficial coloca por delante de España países como Italia, que ocupa el puesto 83, mientras que Rumanía está en el puesto 84 y Bulgaria en el 85. Los únicos países que quedan por detrás de España son Eslovaquia y Grecia.
Este barómetro valora, entre otros, la calidad del sistema educativo evaluando si la educación ofrecida en un país se adapta a las exigencias de una economía competitiva de forma adecuada y la hace en una escala del 1 (nada) al 7 (de forma excelente). Según este foro, España no se adaptaría a dichas exigencias, puesto que le otorga unos preocupantes 3,1 puntos, que revelan que nuestro sistema educativo resulta insuficiente para dar respuesta a las exigencias de una economía con necesidades exigentes.
Un fracaso que da lugar a consecuencias muy duras para la economía de un país como España, en el que muchos de sus jóvenes, aunque muy formados, no encuentran trabajo, o bien desempeñan un puesto en el que se encuentran sobrecualificados.
El nivel educativo de la población joven en España empeora entre 2000 y 2005
Eurostat ha clasificado el nivel educativo superior de los países pertenecientes a la Unión Europea. El porcentaje de jóvenes que han terminado la enseñanza secundaria, ya alcanza el 76,9 % en el año 2005. Aún así, España se alza con una de las peores cifras al situarse con un 61,5 %, por delante tan sólo de Portugal y Malta. Entre los países mejor situados, destacan Eslovaquia, Eslovenia, República Checa y Polonia. Países como Dinamarca, Países Bajos, Italia , Luxemburgo y Alemania no llegan a la media europea.
En el conjunto de países de la UE, el nivel educativo de la población joven ha continuado mejorando entre 2000 y 2005. De hecho, la proporción de personas jóvenes con edades entre 20 y 24 años que han terminado como mínimo la enseñanza secundaria superior ya alcanza un 76,9 % sobre el total en el año 2005. En el período 2000-2005, sólo hay cinco países de la antigua UE-15 en los que el nivel educativo ha empeorado. Se trata de Bélgica, Alemania, Luxemburgo y Finlandia, que no obstante cuentan con niveles elevados, pero destaca España, donde la proporción cae considerablemente hasta situarse en una de las cifras más bajas de la UE.
Entre los países que cuentan con una población joven con un elevado nivel educativo destacan, sobre todo, Eslovaquia con un 91.5 %, Eslovenia (90,6 %), la República Checa (90,3 %) y Polonia (90,0 %). Suecia alcanza un 87,8 %, al tiempo que Irlanda y Austria se sitúan en torno al 86 %. Lituania y Finlandia alcanzan un 85 %, mientras que Grecia, Hungría, Francia, Letonia, Estonia, Chipre y Bélgica superan el umbral del 80 %. El Reino Unido se queda algo por encima de la media de la UE con una cifra del 77,1 %.
Sólo ocho de los 27 países de la Unión se sitúan por debajo de la media, de los que cinco están todavía por encima del 70 % como es el caso de Dinamarca (76,0 %), Países Bajos (76,4 %), Italia (72,9 %), Luxemburgo (71,1 %) y Alemania (71,0 %). España está a la cola de la Unión Europea, lo que debe ser motivo de preocupación. La proporción de población joven con un nivel mínimo de educación secundaria superior ha disminuido desde un 65,9 % en el año 2000 a un 61,3 % en el ejercicio 2005. Con ello somos, junto con Portugal, el país peor situado de la antigua UE-15. Por detrás de España sólo quedan, como ya se ha dicho, Portugal (48,4 %) y Malta (48,1 %).