Rutinas como cena baño dormir para que los niños se acostumbren a la vuelta al cole
Los niños lo suelen pasar mal cuando toca volver al colegio. Para que no sufran, fijar rutinas, como por ejemplo hacer a la misma hora siempre la rutina de cena – baño – dormir durante tres o cuatro días antes de empezar las clases ayuda a los niños a retomar su día a día.
Especialistas del equipo médico de Sanitas subrayan que en este periodo incluyen factores como los hábitos establecidos, las conductas que queremos instaurar o el ritmo de aprendizaje. Por eso “es importante preparar el terreno tres o cuatro días antes e introducir poco a poco las nuevas rutinas sin esperar al último día para cambiar todo de golpe”, aconsejan.
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Rutinas diarias en casa en días de colegio
Adquirir y mantener un hábito requiere tiempo. Las pautas deben aplicarse de forma consistente por parte de los padres, es decir, hay que fijar una rutina, por ejemplo: cenar-bañarse-dormir (siempre a la misma hora) y aplicarla de manera sistemática de lunes a viernes. Una vez que se ha acostumbrando progresivamente al niño a esta rutina, el pequeño aprenderá a diferenciar que durante la semana, cuando hay colegio, la rutina es siempre la misma.
A la hora de ayudar al niño en el comienzo de la etapa académica, los padres tienen un papel fundamental. Para un niño hacer cosas con sus padres es un aprendizaje tan importante y necesario como asistir al colegio. El hecho de que se den este tipo de interacciones va a mejorar la comunicación, y por ende, la relación entre ambos.
Consejos para padres e hijos para que la vuelta al cole sea menos dura
Despertarse antes, no trasnochar, revisar las tareas con antelación, organizar los materiales o disminuir las horas de TV y videoconsolas son algunos de los consejos que la Comisión Nacional sugiere para estas semanas previas a la “vuelta al cole”.
Cuando la mayoría de los niños españoles ya han vuelto de sus largas vacaciones de verano y la vuelta al colegio cada vez está más próxima, la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles ha hecho pública hoy una serie de recomendaciones con el fin de hacer más llevadera la vuelta a la normalidad y evitar así los efectos que en los niños produce la “vuelta al cole”.
Según Ignacio Buqueras, Presidente de la Comisión Nacional, gestionar adecuadamente nuestro tiempo y el de nuestros hijos es la mejor manera de evitar que la vuelta a la normalidad suponga un trauma. “Si los niños tuvieran el hábito de seguir unos horarios más racionales, tanto cuando están realizando el curso escolar como en su tiempo de vacaciones, la vuelta a la rutina no debería representar ningún problema. Lo malo es que pasan del todo a la nada sin ningún tipo de transición, y ahí es donde radica el problema”.
Desde la Comisión Nacional aseguran que las semanas previas a la “vuelta al cole” deberían servir como periodo de transición entre las vacaciones y el regreso a la rutina diaria. Sin embargo, la realidad es que cuando nos encontramos a pocos días de la vuelta al colegio, muchos niños siguen sin cogerle el pulso a la normalidad.
Para ello, la Comisión Nacional ofrece una serie de consejos para hacer más amena la “vuelta al cole” de los niños:
Despertarse antes
Estas semanas previas a la vuelta al cole, deberíamos intentar que los niños fueran progresivamente adelantando su hora de despertar con el fin de que cuando llegue el día de reincorporarse a las aulas no tengan sensación de haber dormido poco y estén cansados.
Adelantar la hora de las cenas
Poco a poco debemos irles acostumbrando a los horarios que seguirán durante el año, por eso adecuar el horario de las cenas facilitará que los niños se acuesten a una hora razonable y por consiguiente adelante su hora de levantarse.
No trasnochar
Durante las vacaciones los niños han retrasado su hora de irse a dormir, por ese motivo debemos acostumbrarles a que durante esta semana se vayan acostumbrando a que la hora oportuna para irse a la cama está en torno a las 21,00h. ó 21.30h. Dormir una media de 10 horas les permitirá que rindan adecuadamente en el colegio y no estén cansados durante su jornada.
Revisar las tareas con antelación
Las tareas que los colegios mandan a los niños para que se mantengan en contacto con los contenidos aprendidos durante el curso suelen ser una pesadilla para los más pequeños. Por eso muchos deciden dejarse parte de ellas para los últimos días de las vacaciones. Lo ideal habría sido que las hubieran ido realizando paulatinamente. En el caso de que esto no haya sucedido, lo aconsejable es establecer un plan para evitar que el niño el último día tenga que realizarlo todo deprisa y corriendo.
Organizar con tiempo los materiales
Debemos evitar que la última noche del niño se convierta en una experiencia negativa y que empiece su primer día de colegio poco motivado. Si poco a poco vamos preparando los materiales que llevará en su mochila (los libros, preparar y comprar los materiales del estuche, la ropa que llevará puesta, etc.), el niño no tendrá una sensación tan negativa.
Llevar rutinas
Es importante intentar que la semana previa a la reincorporación a los menesteres diarios los niños sigan unos horarios y planifiquen en la medida de lo posible sus últimos días de vacaciones. Pasar de jornadas descontrolas y sin horarios a unas rutinarias y con horarios muy marcados puede en ocasiones producir trastornos anímicos en los más pequeños.
Tener una vida activa
Es recomendable que los niños no pasen del sedentarismo típico de las vacaciones a la actividad absoluta de las jornadas escolares. Deberían tener unos días de adaptación en los es recomendable que realicen actividades fuera de casa, lean, lleven a cabo actividades que requieran una mínima activación de los sentidos para que así empiecen la escuela con fuerza y mayor energía.
Disminuir horas de TV, videojuegos, ordenador
Durante las vacaciones de verano la televisión, las videoconsolas y los ordenadores se convierten en un amigo más para los pequeños de la casa. Se pasan delante de estos aparatos la mayor parte del día sirviéndoles así de entretenimiento. Los últimos días que les quedan de descanso deberían relegar este tipo de distracción y diversión a un segundo plano. Estos aparatos están bien para un periodo corto de tiempo, un máximo de 30-60 minutos diarios, y siempre que además de servir de distracción se complementen con la formación.
La importancia de la alimentación en los niños
La alimentación también influye a la hora de que los niños mantengan un estado de salud óptimo. Lo recomendable es realizar una dieta equilibrada que incluya abundantes frutas, verduras, legumbres y pescados. Además, para evitar el desarrollo de sobrepeso que puede llevar consigo los problemas de espalda en un futuro, se debe moderar el consumo de grasas, dulces, refrescos y snacks.
Los lácteos o los frutos secos también son productos de consumo recomendado para que los pequeños no sufran dolores de espalda. El Equipo Médico de Servicio de la Promoción de la Salud de Sanitas los recomienda para favorecer el crecimiento y posterior fortalecimiento de los huesos de la espalda, puesto que es importante llevar a cabo una alimentación rica en calcio, fósforo y magnesio.
‘Niño, vete a la cama que no rindes en el colegio’
Hasta ahora, se sabía que los adultos necesitaban dormir unas ocho horas diarias para luego poder darlo todo en el trabajo. Pero una investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona y la Ramón Llull ha venido a demostrar que los niños de primaria también padecen idéntico problema. De hecho, los expertos señalan que dormir menos de nueve horas, acostarse tarde y de forma irregular afecta a las competencias académicas.
¿Se acuerda de Casimiro? Su aparición en los años ochenta en la televisión antes del telediario de las nueve, indicaba la hora a la que los niños debían irse a la cama para estar frescos para el día siguiente. Pues bien, pasados los años, esa costumbre del pasado debería repetirse. Al menos así lo afirman en un estudio publicado en la revista Cultura y Educación que, entre otras cosas, afirma que “la mayoría de niños duerme menos horas que las recomendables para su desarrollo intelectual, lo que se ve agravado porque el déficit de sueño no es recuperable” declara a la agencia SINC Ramón Cladellas, investigador de la Facultad de Psicología en la UAB.
Por si eso no fuera suficiente, en el mismo estudio se afirma que llos alumnos que duermen 8 o 9 horas tienen peor rendimiento que los que duermen de 9 a 11 horas. “Si bien el conjunto de la muestra duerme cerca de 8 horas, el hábito de sueño nos indica que un 69 % de los estudiantes regresan a casa tres o más días a la semana después de las 9 de la noche o se acuestan al menos cuatro días semanales después de las 11 de la noche.
Asimismo, los alumnos que duermen 8 o 9 horas tienen peor rendimiento que los que duermen de 9 a 11 horas”, apuntan los expertos.
Por tanto, “teniendo en cuenta los resultados obtenidos, consideramos que dormir más de 9 horas y tener una adecuada rutina diaria favorece el rendimiento académico“, añade Cladellas.
El déficit de horas de sueño y los malos hábitos produjeron efectos negativos especialmente en las competencias más genéricas (comunicativas, metodológicas y transversales), fundamentales para el rendimiento académico. No obstante, en las competencias específicas, más relacionadas con aspectos cognitivos como memoria, aprendizaje y motivación, el efecto es menor y se ven alteradas sobre todo por pautas de sueño irregulares.
“De ese modo, la falta de horas distorsiona el rendimiento de los niños en el conocimiento lingüístico, en las reglas gramaticales y ortográficas, así como aspectos claves en la organización y compresión de textos, por citar algunos ejemplos. Son competencias básicas, de manera que si el alumno, debido a una falta de sueño desarrolla problemas en este aspecto, puede repercutir en todas las materias”, explica Cladellas.
Los autores concluyen que mantener una higiene de sueño adecuada a esta edad contribuye al desarrollo cognitivo positivo y sugieren el desarrollo de programas de prevención al respecto que empiecen por concienciar a los padres y maestros.
“Hoy en día existe una amplia preocupación porque los niños están muy pegados a la televisión, a las máquinas, a los videojuegos, pero no se le da la misma importancia a que tengan el hábito de irse a la cama siempre a la misma hora”, concluye Cladellas.
El mal sueño de los niños
Un nuevo estudio elaborado en la Comunidad Valenciana revela que el 37,4 % de los niños de 6 a 8 años, el 25,3 % de entre 9 y 11 años y el 31,8 % de los de 12 a 15 años se levantan descansados una o ninguna vez a la semana. Los resultados desvelan además que el 4,26 % se duerme en clase más de tres veces a la semana y que más de la mitad tienen pesadillas. En definitiva: los niños tienen mala calidad de sueño, algo que puede influir en la obesidad o en el fracaso escolar.
“No hay que olvidar que vamos a dormir toda nuestra vida en función de cómo aprendamos a hacerlo de pequeños”. Estas palabras de Gonzalo Pin Arboledas, autor principal de este estudio y médico en la Unidad Valenciana del Sueño del Hospital Quirón de Valencia, reflejan la importancia de los resultados de la investigación. “Por eso es necesario hacer hincapié en la educación sanitaria”, añade.
El trabajo, realizado en la Comunidad Valenciana pero extrapolable al resto de España, se centra en la opinión de los propios niños sobre su calidad del sueño y analiza su distribución por edad, sexo y procedencia geográfica. La muestra (1.507 encuestas) se obtuvo proporcionalmente a la población de las tres provincias y en función del lugar de residencia: zona urbana o rural, y costera o de interior.
Los resultados, publicados en la revista Anales de Pediatría, muestran que entre el 76,1 % y el 91,2 % de los niños considera que tiene algún problema relacionado con el sueño y que el 53,9 % de los de 12 a 15 años tienen pesadillas más de una vez por semana. Además, se levantan descansados una o ninguna vez a la semana el 37,4 % (de 6 a 8 años), el 25,3 % (de 9 a 11 años) y el 31,8 % (de 12 a 15 años).
Según apunta Gonzalo Pin, “los profesores afirman que el 4,26 % de los escolares se duerme en clase más de tres veces a la semana, lo que prueba que los niños tienen una calidad del sueño disminuida, ellos son conscientes de esto”. Las conclusiones, que coinciden con las estadísticas de otros países occidentales, confirman que los niños poseen un déficit crónico de sueño debido a los malos hábitos adquiridos.
“Lo más llamativo es que un 15 % de la muestra no tenga un horario regular para irse a dormir los días escolares, es decir, que estos niños tan pequeños deciden ellos mismos cuándo irse a la cama. Vivimos en una sociedad de las 24 horas que transmite a los jóvenes que dormir es poco importante, cuando el sueño tiene mucha responsabilidad frente a la obesidad o el fracaso escolar“, subraya el investigador.
Los autores presentarán estos datos a las administraciones públicas para que tomen las medidas que crean oportunas en relación a la educación sanitaria. “La sociedad ha cambiado y es importante adaptar esos cambios sin olvidar la educación de los más jóvenes. Es necesario incrementar las medidas de educación y transmitir la importancia de las horas de sueño”, concluyen.