La historia de San Valentín
Cuenta la leyenda que el emperador romano Claudio II, que vivió entre los años 214 y 270, prohibió la celebración de matrimonios entre los jóvenes, puesto que consideraba que los jóvenes eran mejores soldados si carecían de lazos sentimentales.
Por su parte, el sacerdote cristiano Valentino (Valentín), que era muy popular, no acató la orden del emperador Claudio II y siguió casando a las parejas en secreto. Por esto se considera a San Valentín el patrón de los enamorados.
El sacerdote fue detenido y encarcelado por desobedecer la orden de Claudio II. Durante su estancia en prisión hizo el milagro de devolver la vista a Julia, la hija de su carcelero. Pero no pudo hacer el milagro de librarse de la muerte.
Claudio II lo mandó martirizar y ejecutar el día 14 de febrero del 270 a Valentino. Después, el papa Gelasio I lo hizo santo en el año 496.
Algunos creen que la elección de la fecha se debió a una cristianización de una fiesta pagana, que se celebraba por estas fechas, dedicada a Eros, a quienes muchos han pasado a denominar Cupido.
San Valentín en el mundo
Curiosamente los romanos celebraban el festival de Lupercalia, antecedente de San Valentín, el 15 de febrero. ¿En qué consistía esta celebración? Pues en pegar zurriagazos o latigazos a las mujeres. Éstas los recibían encantadas porque pensaban que estos latigazos con listones hechos con piel de animales las hacían más fértiles. Claro está, los hombres también recibían los azotes porque ellos también eran parte de la fiesta.
Las tradiciones en torno a San Valentín son menos cruentas en otros lugares. En Estados Unidos y Canadá es una fiesta muy popular y, al igual que en Navidad, todo el mundo envía tarjetas de felicitación a sus amigos, que se llaman “valentines”. Incluso los niños realizan sus propias tarjetas que reparten entre sus compañeros de colegio.
En Inglaterra se hacen pasteles especiales, casi siempre con forma de corazón, con semillas de alcaravea, ciruelas y pasas. También en Inglaterra y en Italia las mujeres solteras se levantan temprano y creen que alguien parecido al primer hombre que pase delante de ellas se casará con ella ese mismo año.
En Dinamarca envían flores blancas prensadas que llaman gotas de nieve y escriben un tipo especial de cartas anónimas, llamadas gaekkebrev, sólo firmadas con el número de puntos que tiene su nombre. Si la mujer que la recibe adivina quién se la envió, el hombre debe regalarle un huevo en Pascua.